Los cerebros masculino y femenino difieren en su experiencia musical estética: en las mujeres participa una red más amplia en las emociones musicales. La emoción agradable enlaza todo el hemisferio izquierdo y la desagradable los dos lóbulos frontales. En los hombres, en cambio, participan solamente las regiones anteriores y posteriores para la emoción agradable, y el lóbulo frontal derecho en la desagradable. Esto puede estar relacionado con la tendencia femenina a unificar la lógica y la emoción en una misma experiencia.
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Desde hace varios años, en nuestro laboratorio venimos desarrollando
un proyecto dirigido a investigar el fundamento nervioso de la emoción
musical. En este proyecto hemos escogido como estímulos musicales obras
maestras de la música clásica, calibradas por su capacidad de inducir
emociones positivas de placer y negativas de desagrado en numerosos
grupos de participantes (Díaz, Flores-Gutiérrez, del Río-Portilla, y
Corsi-Cabrera, 2009). Para medir la emoción subjetiva inducida por la
música usamos escalas de adjetivos que denotan emociones, también
validadas independientemente (Díaz y Flores, 2001; Flores-Gutiérrez y
Díaz, 2009) y cuya estructura identifica cinco grandes factores:
agradabilidad, tristeza, activación y atención (Ramos, Guevara,
Martínez, Arce, del Río-Portilla y Corsi-Cabrera, 1996). Finalmente,
utilizamos dos técnicas de imágenes cerebrales para investigar la
activación cerebral: la resonancia magnética funcional (fMRI) y la
actividad eléctrica cerebral (EEG) (Flores-Gutiérrez, Díaz, Barrios,
Favila-Humara, Guevara, del Río-Portilla y Corsi-Cabrera, 2007; Ramos y
Corsi-Cabrera, 1989). La fMRI permite visualizar las zonas activas del
cerebro durante el estímulo musical y el EEG permite seguir los cambios
inducidos por el flujo continuo de los sonidos musicales y obtener un
promedio temporal de la actividad cerebral.
En una fase reciente de nuestro proyecto sobre los fundamentos
nerviosos de la emoción musical nos ha interesado un hecho bien
establecido. La genética y la influencia de las hormonas sexuales, en
constante interacción con el medio ambiente y la cultura, confieren a
los cerebros masculino y femenino una organización distinta. El cerebro
masculino es más especializado intra e interhemisféricamente, mientras
que el femenino tiene una organización funcional más homogénea, con
mayor conectividad funcional y coherencia (o sincronía) eléctrica
interhemisférica. Ello resulta en diferencias sexuales en la cognición y
la emoción (Corsi-Cabrera, Del Río-Portilla y Muñoz-Torres, 2007).
La mayor relación funcional entre hemisferios en las mujeres puede
subyacer a la mayor utilización combinada de los modos de procesamiento
de ambos hemisferios, permitiéndoles atender e integrar mejor el
contenido verbal y emocional de los mensajes. Por ejemplo, las mujeres
detectan mejor que los hombres la entonación de sonidos no verbales, la
congruencia o incongruencia entre el contenido verbal y la entonación
emocional, y categorizan más fácilmente la emoción expresada en los
rostros. La reacción a la música también es diferente: las mujeres
prefieren la música suave y reaccionan más positivamente a ella,
mientras que los hombres prefieren músicas más enérgicas, como el rock.
Por lo tanto, investigamos las redes cerebrales de actividad
coherente (síncrona) relacionadas con la emoción subjetiva al escuchar
música en un grupo de hombres y otro de mujeres mediante una técnica
especial de correlación entre electrodos (Flores-Gutiérrez, Díaz,
Barrios, Guevara, del Río-Portilla y Corsi-Cabrera, 2009). Para esto se
registró la actividad eléctrica cortical mientras los voluntarios
escuchaban en diferente orden tres obras maestras de la música
seleccionadas por su capacidad para inducir emociones agradables o
desagradables (Flores-Gutiérrez y Díaz, 2009; Ramos y col., 1996). Para
inducir emociones musicales placenteras y relajadas se presentó una
pieza suave de piano en tempo andante (Invención para tres voces, BWV
789 de J. S. Bach) y otra orquestal y dramática para inducir activación
además de agrado (segundo movimiento allegro-agitato de la sinfonía
número 5 de Mahler). Para inducir emociones desagradables utilizamos
una composición inquietante de Prodromidès para la película Danton. Cada
pieza se dividió en segmentos consecutivos de 30 segundos, intercalados
con ruido blanco de estática de radio de la misma duración. Después de
cada pieza, los participantes evaluaron sus emociones en 19 escalas. Se
obtuvieron las redes coherentes para cada tipo de emoción, y como
control las inducidas por el promedio de las tres músicas y el ruido.
Figura 1.- Actividad alfa-coherente durante la emoción inducida por la música en hombres y en mujeres.
Descubrimos que distintas redes coherentes de actividad alfa (entre 8
y 12 Hz) distinguen a las emociones placenteras de las desagradables
inducidas por la música en hombres y en mujeres. La emoción musical
agradable se caracteriza por una red coherente formada por regiones
frontales y regiones posteriores de asociación izquierdas. Como puede
verse en la Figura 1, la red es notoriamente más amplia en las mujeres
que en los hombres, relacionando las regiones posteriores de asociación
con el resto del hemisferio izquierdo. La emoción musical desagradable
se acompaña por una red que liga regiones frontales con la línea media.
En los hombres, ésta involucra la región frontal derecha, mientras que
en las mujeres la participación frontal es bilateral. La participación
de redes más amplias en las mujeres es consistente con la idea de que
las mujeres unifican la lógica y la emoción en una misma experiencia.
Los estudios de las bases neurológicas de la música se inscriben en
una nueva tendencia de analizar la actividad cerebral durante la
experiencia estética, que abre un campo interdisciplinario fascinante
entre las disciplinas biológicas y las humanidades.
María Corsi-Cabrera (a) y José Luis Díaz (b)
(a) Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, México
(b) Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México
(a) Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, México
(b) Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México
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