Mientras las calles de Madrid recibían un baño copioso sobrevenido del cielo, en el interior de la sala Orange, KinnetiK hacia lo propio desde el escenario. Los que aplaudíamos sus temas, quedamos empapados de buena música y de complicidad sonora, lo que se traduce en pura fertilidad.
La trompa de arte que desplegaron no cesó desde la primera a la última gota, como si fuera un diluvio deseado y bondadoso, necesario y disfrutado.
Todos juntos nos regalaron una experiencia de esas que resignifican la vida, que la dotan de un sentido de plenitud a través de la creación, de la estética, de la emoción sonora.
La noche no pudo ser más redonda.
DG
Buenísimas fotos y comentario....buen trabajo!!
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