Unidad de Cuidados Intensivos.
Dícese del reino de los monitores, los catéteres intravenosos y los ventiladores mecánicos dispuestos en una sala de control para ayudar a personas que se ven privadas de salud.
Los obligados residentes en este lugar tienen la suerte de contar con un planten de profesionales de la medicina dedicados por entero al restablecimiento biológico, al reequilibrio corporal, que destinan todos sus empeños a salvar vidas.
El espacio está sonorizado por una incesante cascada de pitidos mecánicos que delatan índices, saturaciones, pulsos... con el fin de que no se pierda ni un solo instante del tempo vital de cada persona ingresada. Cada dato es registrado, cada señal es un indicativo del camino que se va tomando. Cuerpo a cuerpo, persona a persona, la plantilla de asistentes va afinando cuerda a cuerda el instrumento de cada cual.
¿Cómo no iba a tener espacio la MUSICOTERAPIA en un entorno así?
Si hay un lugar en el que la música se desvela como un bálsamo es en estas delicadas estancias de la existencia, donde la vida pende de un hilo. Pausados compases, acompasados ritmos, voces tenues pero lo suficientemente vibrantes para atenuar la perenne lluvia desordenada de alarmas robóticas. Unos pocos instrumentos son suficientes para transformar el espacio y el ánimo de las personas: pacientes, familiares, cuerpo de enfermería y médico. Y si además se ejecutan con criterio terapéutico, su contribución a la salud corporal y emocional de quienes más lo necesitan, se hace del todo evidente. Así nos lo refieren las personas que participan en este video, que no deja de ser una pequeña muestra del trabajo que la FUNDACIÓN MUSICOTERAPIA Y SALUD realiza en la UCI del Hospital de la Paz de Madrid.
DG
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